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Un día de noviembre, ibamos caminando en busca de una cama para nuestro depa. Caminando por Ñuñoa, vi algo que me sorprendió: muchas personas caminando con perritos mestizos. Me acerqué a una de ellas y me comentó que en efecto, había un Centro de Rescate Canino a dos cuadras y ese era el día de paseo. Decidimos pasar inmediatamente.

Cuando llegamos, yo era la única segura que de aquella cantidad uno iba a ser nuestro. Cuando empezamos a caminar por las jaulas, recuerdo justo como me sentí en ese momento: se me aguaron los ojos y solté unas cuantas lágrimas. Es imposible no sensibilizarse con tantos animalitos y tener todos los sentimientos: tristeza, impotencia, alegría, todos en el mismo momento. Estoy segura que quienes han adoptado una mascota, han tenido el mismo mood.

Yo quería un perro negro. Me siento encantada por los perros negros, he tenido la oportunidad de tener de cerca a varios de ellos y la nobleza es su principal fuerte. Cuando pasamos por la jaula y lo ví, me enamoré. Fue amor a primera vista, aunque no tenía nada negro. NADA. Mi marido me dijo que no, que sería demasiado grande y que no nos lo podíamos llevar por vivir en departamento; pero después de ver todos los perros tres veces, yo sabía que lo quería a él.

Tenía dos días en el refugio, su historia es que llegó de la calle porque unos vecinos de la zona lo encontraron; quienes presumen que tenía una familia que lo abandonó por el tamaño de sus patas. Thor era el nombre de la jaula, pero en el refugio le decían Nicky, y después de hacerle un primer paseo, no pude soltarlo más. Firmé los papeles de adopción, vacunas, chip y tenencia responsable.Prometí cambiar su historia.

Después de pasar a comprarle lo esencial, nos fuimos caminando desde el Centro de Rescate a casa, eran unas 15 cuadras y él se fue feliz con nosotros. Una vez llegamos, empezó el trabajo de buscarle el nombre. Llamamos a mi familia y mi suegro sacó una «lista de nombres para perros», solo reaccionó con OLIVER, le gustó el nombre desde que lo escuchó.

Mientras fueron pasando los días y el proceso de adaptación, nos dimos cuenta que tenía pánico del ascensor, de salir al pasillo, de las micros, de todo lo que fuera más grande que él. Esto me tenía destruida emocionalmente, no me quiero imaginar el daño que le hicieron, pero fue lo que justo me dio fuerzas para enseñarlo, caminar con él, animarlo, cuidarlo y hacerlo sentir de nuestra parte. Ha sido maravilloso. Oliver nos ha enseñado muchas cosas, nos ha hecho reir, se ha comido muchas cosas también -jajaja-, nos ha hecho parte de su familia. La familia que decidimos construir.

Ayer, Oliver cumplió su primer año, fue el día que decidimos celebrarlo. Le dimos unos cuantos regalos y pudo compartir con sus amigos perrunos. Yo creo que el sabía que era un día muy especial.

Nos encanta llevarlo de paseo, nos encanta llevarlo a tomar once, conoce la playa, la montaña, los parques, las fuentes, la lluvia, el campo y es espectacularmente sociable con todos – a veces, demasiado sociable-. Aprendió a sentarse, a dar la pata, dar besos y abrazos, correr y correr.

Oliver es solo una historia que puede ser contada mil veces, es una historia que se puede repetir en muchos hogares.Oliver es el amor que le damos cada día, es el amor que nos da. Oliver es haber inspirado a vecinos a adoptar, a esterilizar, a cuidarlos como a nuestra familia. Oliver es y será siempre parte de nosotros y esperamos que sus huellas sean inspiración para muchas personas que estén buscando un compañero de vida.

¡Gracias a quienes leen y comparten las buenas historias!

Lelo Quevedo

Si deseas más información: Centro de Rescate Ñuñoa y directamente con el grupo de Voluntarios Centro de Rescate Canino Ñuñoa

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