#NiUnaMenos

Hay que escribir con las emociones en la piel y no antes, no después. Hace días estuve triste por las cosas irreparables de la vida, escribí sobre ello, fui sutil y le dejé un granito al que lo leyó porque hablé con el corazón, con el alma.

El alma, yo creo en el alma. Creo en eso que entregas. Creo en eso que tienes.

Tu alma pesa 21 gramos.

21 gramos que te acompañan durante tu vida, esos que te motivan, que llevan tu esencia. Es tu perfume, tus convicciones, tus anhelos, tus miedos. El alma tiene una delgada línea entre lo racional y lo irreal: en lo que crees, en lo que decides creer, en lo que te envuelves.

Esta semana leo una publicación en un grupo de emprendimiento de los requisitos que te solicitan en un banco para abrir una cuenta empresa si eres mujer, de verdad. Por eso la foto del post. 

En Diciembre, un hombre violó mi espacio personal al atacarme física y verbalmente en un acto de El Cascanueces en pleno centro de Santiago. No solo me discriminó por ser mujer sino también por extranjera y cayó a golpes a mi amiga en frente de su esposa y su hija en pleno espectáculo porque a su juicio interrumpíamos su visual. Fuimos unas extranjeras de mierda en el medio de 500 personas y a mi hoy me preocupa, ¿qué habrá aprendido su hija esa noche?.

Hace tiempo leí una historia de una mujer activista –Helen Steel– que tuvo una pareja de dos años y después él desapareció, dejándola sin respuestas por más de 24 años. Recientemente sale a la luz un video de ella y su confrontación con él en el aeropuerto de Australia, al que había volado desde Londres para enfrentarlo. Sus ojos, su mirada, su alma… estaban perdidas. Probablemente las perdió hace 24 años. Todo lo que ella creía fue destrozado por alguien más. 

Hace unos días una revista de mujeres, que me escogió como mejor vestida de la semana, tomó la imagen de una fotógrafa en Chile y la modificó para que su cuerpo quedara con los estándares que ellos querían en la revista. La violencia puede estar disfrazada de cualquier forma.

Recientemente unas hermosas jóvenes y llenas de la vida, fueron robadas de sus sueños y sus ambiciones por dos -hombres- en Ecuador. Esta sociedad está tan enferma que habla de la soledad, de la provocación, de que una no pueda hacer con su vida lo que quiera por el hecho de ser mujer y  por eso culpa a las víctimas.

Hoy, se me desgarra el corazón al leer una noticia de una mujer de 21 años fue brutalmente asesinada por su ex pareja, quien profanó su cuerpo y su alma para lanzar sus restos en bolsas en un río, que siguió con su vida de mesero en uno de los centros comerciales más importantes de Santiago hasta que la culpa le comió la cabeza y se lo cuenta a su jefe. Yuliana, descansa en paz.

Y como Yuliana, no queremos que se sigan

sumando más víctimas de la violencia de género.

——

¿Acaso ellas soñaron esto alguna vez? ¿Acaso hemos soñado esto alguna vez?

Rezo porque nadie más le descosa el alma a una mujer,

ni quiebre su voz ni sus sueños, ninguno de ellos,

cualquiera que sea.

—-

35% de mujeres en el mundo han sido víctimas de violencia física y/o sexual. De los 12 países con la tasa más alta de feminicidios, cinco son de América Latina (El Salvador, Guatemala, Honduras, Colombia y Bolivia).

Por mis hermanas, por mis amigas, por mis sobrinas, por las amigas de mis amigas, por mis primas, por mis hermanas, por mis vecinas, por las mujeres de mi país y del mundo… y por las almas de Yuliana, por María José y Marina, y por Helen. Ni una menos.

Somos una sola voz, que sea fuerte, que volvamos a sonreír y saludar.

Lelo Quevedo

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