Internet ha traído un mundo de hiperconectividad, de eliminar barreras, lo que parecía inalcanzable ahora está a sólo un click. Cada vez más personas y personas se empezaron a volver protagonistas, a viralizar situaciones, y otros a llamarlos influencers y aunque parezca estar ‘in’ el concepto, un influencer es quien es capaz de cambiar un pensamiento o el comportamiento de otros, un concepto que parece muy natural en la música y en las artes en general, aunque en esta década donde conocernos a nosotros mismos parece tener cabida, alguien que se autoproclama influencer digital debe tener un patrón para medir la capacidad de su influencia, medir la capacidad que lo que haces, piensas o digas, puede cambiar a otros de una manera positiva, aunque también negativa, sin embargo…
¿realmente somos capaces de medir el efecto de nuestras publicaciones más allá de un número?, y por otro lado,
¿de verdad queremos que otra persona cambie nuestro comportamiento?
¿de verdad queremos alejarnos de ser y pensar, de tener criterio propio?
¿cómo y cuánto te dejas influenciar por alguien?
¿conoces a tu entorno digital lo suficiente?
¿cuáles son los valores que soportan a esos influencers?
¿un influencer tiene muchos seguidores o una audiencia que conecta?
¿De verdad alguien se puede llamar a si mismo influencer?
Sí. Más de lo que piensas. Nosotros mismos empezamos a vanagloriar personas, nos dimos cuenta después que no eran quienes esperábamos y perdieron nuestro afecto, nuestros likes y nuestro follow y esto llamó la atención de otros, y es un ciclo, una barrilla que da vueltas en este universo digital. No se a donde llegaremos, por ahora dime a quién sigues y te diré quién eres, nuevamente te pregunto,
¿quién se roba tu atención?
-♥-
Estoy por aquí para nuevas actualizaciones: